K. Pereda
- Domingo, 18 de Julio de 2010
Perdida. Como si acabara de aterrizar en una isla llena de rostros internacionales y locales. Un matrimonio japonés, un camerunés, dos de Ecuador... y navarros. Muchos navarros. A las 8.00 horas estaba convocada en la plaza de los Burgos para participar como figurante en la película india. No sabía cuál sería mi papel pero, y siguiendo el título del filme Sólo se vive una vez, había que probar la experiencia.
Personas vestidas de sanfermín llenaron la plaza enseguida y los nervios comenzaron a salir a flote. "Llevo preparándome desde las 5.00 de la madrugada", explicó una figurante de rostro totalmente maquillado y con ondas. Para tranquilizar los ánimos, la organización sirvió donuts y café. Acto seguido, nos llevaron a la Cuesta de Santo Domingo, donde se nos designó un lugar. Con altas temperaturas, comenzaron los ensayos. "Prevenidos...¡acción!". Los corredores cantaban el ¡A San Fermín pedimos! y daban saltos mientras esperaban el primer cohete, momento en que todos debíamos mirar el campanario. En el segundo cohete, los corredores debían ir rezagados. Es decir, no echar a correr como pasó en el primer ensayo. "¡Aquí falta kalimotxo!", gritó un fotógrafo en alusión al poco ambiente sanferminero que había. Exclamación que fue vitoreada. Como en toda película, el juego entre la ficción y la realidad estuvo presente. "¿Sois de la Cruz Roja de verdad?" Sí. Al menos el médico, socorrista y la radio. ¿Y la alcachofa de Cuatro, el cámara de Canal Plus y los policías municipales? No. El cansancio empezaba a hacer mella. Por eso, Loli y Elena se tomaron un café en una escena que no les incumbía. Cuál fue su sorpresa cuando un miembro del equipo fue expresamente a buscarlas. "¡Nos tienen fichadas!", exclamó Elena. "Nos han dicho que pongamos cara de tensión", añadió Loli imitando a un toro a punto de cornear. Entre toma y toma, apareció Javier Solano. Pronto se formó una amena conversación con miembros de la Cruz Roja. Se refirió al encierro. "Pasé miedo, pero tenía que correr para saber que el tiempo ha pasado", explicó.
"Así yo también soy divino" Tras muchas tomas y escuchar la voz de la directora, de la que nunca se supo donde estaba, comimos. En la calle Tejería, los figurantes, en el frontón de la Mañueta, los corredores. Bocatas de tortilla de patata o lomo con pimientos verdes para nosotros, y ensalada, ajoarriero y barrita energética para ellos. Los mansos, les esperaban. A punto de que comenzara el primer encierro, el ambientó cambió. Estábamos expectantes y se notaba en los corredores cierta tensión. El primer cohete anunció que los mansos salían. Y en eso se quedó. Porque los diez mansos traídos de Jaén salieron lentos y con mucha paz en el cuerpo. "Así yo también soy divino", clamó un figurante. Sólo las varas de los seis pastores consiguieron que los mansos elevaran un poco el ritmo, pero sin forzar. También se dejaron ver Verrugas y el Alcalde.
Hacia el final, la directora pidió un favor: "¿podrían cantar cumpleaños feliz a Katrin?". Accedimos sin saber quién era la susodicha (resultó ser la actriz). "Muchas gracias, hemos terminado". Alivio y sonrisas de satisfacción. Conocer los entresijos de la grabación y a sus estrellas indias, no será el recuerdo de esta película. Sí lo es el calor, las conversaciones, los rostros, las bromas y la velocidad de los mansos; compartir el buen ambiente y las doce horas en la calle. En eso, sí se pareció a Sanfermines.
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